Dejar a nuestros hijos por primera vez en la escuela infantil supone para muchos padres y madres un trauma. Empiezan a surgir dudas y preguntas: ¿no será demasiado pequeño para dejarlo en la guardería con gente extraña? ¿Estará bien cuidado?…
Pasar de los mimos y atenciones de papá y mamá a tener que compartir el tiempo con otros niños, tiene su lado positivo y para nada supone una amenaza en el desarrollo del pequeño. La escuela infantil le inculcará conductas tan importantes en su vida como compartir las cosas o empezar a experimentar las primeras nociones de amistad.
Investigaciones realizadas en el campo de la psicología han revelado que en el primer ciclo de educación infantil (0-3) se proporcionan a los pequeños los estímulos adecuados para favorecer su capacidad intelectual y cognitiva, poniendo las bases del éxito escolar futuro, ya que los tres primeros años de vida del ser humano son cruciales en el desarrollo futuro.
Los hábitos básicos como el orden, la higiene, la alimentación y el sueño suponen el sustrato donde se asentarán las destrezas sociales. La escolarización temprana ayuda a menores a consolidar patrones de conducta adecuados, ya que la actividad de cualquier escuela infantil incluye el desarrollo de habilidades por medio de la estimulación, que prepara al cerebro para los aprendizajes posteriores.
El desarrollo precoz del área del lenguaje, comprensión y expresión es capital para el desarrollo del resto de dimensiones. Además, la escuela infantil promueve la actividad neuromotora mediante ejercicios de psicomotricidad, a través del juego, del gateo, la marcha, etc. Promueve el conocimiento del propio cuerpo y de sus posibilidades de acción. Desarrolla la capacidad de lógica y del razonamiento, mediante ejercicios de clasificación, agrupación, seriación y resolución de problemas de la vida, entre otros.
La escuela infantil proporciona un ambiente acogedor, salas donde compartir espacios y juguetes que ayudan a socializar al niño, y ayuda a adoptar normas. En ella se fomenta una imagen autoajustada y positiva, pues la convivencia entre iguales ayuda a acelerar el aprendizaje, mirando, manipulando objetos, realizando experiencias, intercambiando impresiones sobre ellas y, por supuesto, siempre en un ambiente de cariño y confianza.
La educación infantil en esta edad tan temprana es voluntaria en España, pero a pesar de ello, la tasa de escolarización antes de comenzar la enseñanza obligatoria es muy alta según los últimos datos del sistema estatal de indicadores de la educación. Estas cifras sitúa a España entre los tres países europeos con mayor participación de alumnos en esta etapa.